La pretemporada del Real Zaragoza en Los Ángeles de San Rafael no solo está sirviendo para cimentar el aspecto físico de la plantilla, sino también para afianzar la ilusión de los jóvenes talentos que han crecido en la cantera blanquilla. Uno de ellos es Carlos Calavia, quien está viviendo estos días como un sueño cumplido tras años de esfuerzo, lesiones y sacrificio.
El canterano zaragozano, que se incorporó a las categorías inferiores del club en edad alevín, ha recordado con emoción cómo comenzó todo: “Yo entrenaba en el Stadium Casablanca de pequeño y un día, al finalizar, mi entrenador me entregó una carta del Real Zaragoza. Imagínate la ilusión. Un chaval de la ciudad siempre quiere jugar aquí”. Desde entonces, Calavia fue escalando peldaños en la Ciudad Deportiva hasta llegar al Deportivo Aragón y compaginar su papel en el filial con apariciones en entrenamientos del primer equipo.
Este verano, sin embargo, tiene un sabor especial: es su primera pretemporada completa con el primer equipo. “Tenía esa espinita clavada porque llevo dos años con lesiones que me impidieron estar en pretemporada. Estoy muy feliz de poder estar aquí”, confesó el joven defensor, que se ha ganado su lugar a base de constancia.
La presencia de varios compañeros de cantera también ha sido clave para su adaptación. “Es muy bonito ver tanto canterano. Muchos son amigos con los que he compartido equipo desde niños. Eso demuestra el potencial que tiene esta cantera”, añadió.
En cuanto al cuerpo técnico, Calavia no ocultó su admiración por Gabi Fernández: “Es un entrenador muy cercano, que te ayuda y trabaja contigo. Es un honor estar bajo las órdenes de alguien que ha sido una leyenda del fútbol y del Zaragoza”.
El defensor está convencido de que esta exigente pretemporada dará sus frutos: “Está siendo dura, pero poco a poco nos vamos adaptando. Lo importante es llegar en las mejores condiciones al inicio de Liga”.
Para Calavia, este verano representa mucho más que una etapa de preparación. Es la oportunidad de asentarse, de superar viejos fantasmas físicos y de seguir demostrando que la cantera del Real Zaragoza no solo forma futbolistas, sino también zaragocistas de corazón.