Los nacimientos, además de ser la expresión de un sentimiento religioso, se han
convertido en todo un fenómeno etnográfico, histórico y cultural, reflejando las
costumbres de sus lugares de procedencia, lo que les concede un gran valor artístico
añadido. Son lo que se ve, pero también, lo que simbolizan.
De barro, loza, porcelana, piedra, cristal, toda clase de madera (ébano, tilo, cedro, olivo, palosanto, palo de rosa), paja, papel, plástico, arpillera, fieltro, tela, miga de pan o materiales reciclados…
Diversos estilos tamaños, y materiales: 200 belenes procedentes de 76 países de los 5 continentes.
El belén —pesebre, nacimiento o portal—es una de las tradiciones más populares de la cultura cristiana. Desde la Edad Media quedó patente su potencial didáctico y evangelizador, y se expandió con rapidez por todo el mundo, adoptando nuevas formas, técnicas, materiales y soportes, propios del patrimonio cultural de cada lugar.
La exposición «De oriente a poniente» nos ofrece la oportunidad de disfrutar de una parte de la colección de los hermosos e insólitos belenes de Florencio Ferrández. Recorrer esta muestra es una manera de recorrer el mundo, desde la fantasía y colorido de los belenes americanos, la belleza y variedad infinita de los europeos, la espiritualidad contenida de los asiáticos, y la modernidad de los belenes de Oceanía, hasta la quietud y sencillez de los nacimientos africanos.
La colección de Florencio Ferrández
Florencio Ferrández (Pastriz —Zaragoza—, 1953) comenzó interesarse por el mundo del belenismo en su juventud. Participó en la organización diversos concursos de nacimientos en Zaragoza, que le llevaron a tener contacto con los mejores artesanos españoles y a coordinar las primeras exposiciones de belenes del mundo realizadas en España, con colecciones particulares de Inglaterra, Rusia o Alemania. Su colección actual cuenta con alrededor de 1190 belenes pertenecientes a 99 países. Para ello, colabora con varias ONG de Asia, África, América y España, apoyando y conociendo de primera mano las vidas e inquietudes de los pueblos que visita, porque como él señala: «No soy un coleccionista de figuras, sino de vivencias».
Florencio Ferrández vive la Navidad todo el año, los 365 días: «Cada año me preguntan cuándolo recojo todo, y siempre digo lo mismo: nunca. La ilusión no debe apagarse».