Pese a que debido a su actividad en la red es uno de los jugadores a los que más fácil resulta seguirle la pista, el escolta de Casademont Zaragoza nos descubre cómo vive el confinamiento ahora que puede disfrutar ya de pequeños paseos con su hija. En las siguientes líneas, el de Ontario comparte sus inquietudes, su receta para hacer más llevadera esta situación, sus deseos de retomar la normalidad y sus esperanzas con respecto a la temporada baloncestística.
“No sé si está acabada”, reconoce con incertidumbre, aunque tratando de ser positivo. “Yo me mantengo optimista y pienso que podremos terminarla”, sostiene el canadiense. “Pero Lo primero es lo primero y eso es que todo el mundo esté sano”. Pese a que son tiempos difíciles, el exterior rojillo no pierde la sonrisa y gran parte de culpa la tiene el núcleo familiar. “Está siendo muy importante durante este tiempo”, confiesa agradecido. “Nuestra pequeña nos mantiene entretenidos, mi mujer y yo vemos muchos programas, películas…”, enumera. “Tenerlas aquí hace que sea mucho más fácil pasar esta situación”, explica.
Algo en lo que él también se ha encargado de contribuir manteniendo el contacto con Don y Avelina, dos de los aficionados más longevos de Casademont Zaragoza. “Es una gran experiencia”, resume. “Han estado ahí desde mi primera experiencia en Zaragoza y más especialmente este año”, valora emocionado ante el gran vínculo establecido con el veterano matrimonio al que saluda antes y después de cada partido en el Príncipe Felipe. “He tenido la oportunidad de conocerlos mejor y poder llamarles y comprobar que continúan con gran ánimo me hace sonreír”.
Pero no es el único motivo que tiene para hacerlo, ya que de todo lo malo puede sacarse algo positivo y en el caso del de Toronto, el confinamiento le ha permitido disfrutar de manera más íntima el crecimiento de su pequeña Amiyah: “Se está convirtiendo sin duda en una pequeña ‘influencer’”, comenta entre risas ante el éxito de sus peripecias en las redes. “Le encanta la cámara, es como su padre”, admite pese a que el propósito de la cuenta de la pequeña tiene mayor trasfondo. “Es divertido, pero en realidad lo hicimos porque es una manera también de que en casa la vean crecer, lo que hace… Y es una tontada, pero ya es más famosa que yo”, bromea.
En muchas ocasiones redes actúan como entretenimiento y vía de escape, y en una coyuntura como la actual, con más motivo. Pero cualquiera que las use mínimamente puede darse que la relación de Ennis con la tecnología va más allá: “Tengo que jugar a baloncesto, pero me gustaría trabajar para una empresa o para la mía propia”, reconoce inmerso en su proyecto de blog sobre paternidad, en el que cuenta experiencias propias y de otros profesionales. “No hay duda de que soy muy activo en las redes, pero no es porque quiera ser famoso sino porque me gusta interactuar”, expone orgulloso de su abierto carácter. “Me encanta la gente, hablar con ella, compartir mi creatividad, hacer cosas diferentes… Pienso que por eso conecto tanto con los aficionados”, reflexiona. “No lo hago para ganar nada; me gusta charlar con la gente y hacerla sonreír”.