El Real Zaragoza afronta una semana larga de preparación de cara al partido del lunes ante la SD Huesca. Concebido como un encuentro clave para el devenir de la temporada, podría ser un punto de inflexión para el inofensivo equipo de Juan Ignacio Martínez.
Los números son los que son: 8 puntos de 24 posibles, 1 sola victoria en 8 partidos y tan solo 5 goles a favor, siendo el conjunto menos realizador de la categoría. Pese a que el Real Zaragoza compite relativamente bien y no es inferior a sus rivales, los hay quienes reclaman un cambio en el sistema -o incluso en la propuesta- para empezar a sumar de 3 en 3.
Hasta la fecha, JIM ha mostrado fe ciega en un 4-3-3 flexible (4-1-4-1 en su versión más ordenada) y 4-2-3-1 (4-4-2 en fase defensiva) cuando los partidos invitaban a ir a por el adversario con más presencia en ataque. También echó mano de la línea de 5 atrás -o 3, según se mire- en la segunda parte ante el Fuenlabrada, aunque él mismo lo etiquetó de circunstancial en una rueda de prensa posterior.
Precisamente la estructura 5-3-2 ya viene siendo solicitada por la parroquia blanquilla desde hace semanas. La opción, con todos sus entresijos por trabajar, no parece mala: te sujetas atrás con 3 centrales, potencias la profundidad de Gámez y Chavarría, te haces fuerte por dentro y permites a Narváez pisar zonas interiores con más frecuencia junto a un Iván Azón más referente. Como inciso, Clemente completó sus mejores actuaciones en la categoría jugando con dicho sistema en la UD Logroñés.
Otra opción muy demandada es desempolvar el 4-4-2 en rombo. En una temporada que está siendo comparada de forma recurrente con la 17/18, solo faltaría volver al trabajado dibujo de Natxo González para completar la simetría.
Pese a la complejidad del sistema, que necesita tiempo para asimilarse, el actual Real Zaragoza cumple con varios requisitos: laterales con ida y vuelta, un pivote organizador de nivel (Eguaras), dos interiores con trabajo (Zapater o Francho), un mediapunta «certero» desde segunda línea (Vada o incluso Narváez) y delanteros complementables. Encaja también con la nueva propuesta del equipo y favorecería la presencia en área contraria, así que no sería una idea tan descabellada…
Algo más alejado de los planes de JIM estaría el dar un nuevo giro de timón hacia un fútbol más especulativo. El 4-4-2 lineal no parece la mejor alternativa atendiendo a precedentes con una plantilla similar: Rubén Baraja ya lo intentó la pasada campaña, con nulo éxito y cargándose a futbolistas como Eguaras o Vuckic. Desproteger el medio y correr el riesgo de romper el equilibrio con interiores de pocas nociones defensivas nunca es una buena opción.
Aunque las declaraciones de jugadores y cuerpo técnico dejan entrever confianza en la línea de trabajo seguida hasta la fecha, nunca se puede descartar nada. En el corto plazo, lo expuesto se intuye inamovible, pero si los resultados siguen sin acompañar, el cambio acabará siendo obligatorio.