Darle forma al juego; mimar el balón para crear y encontrar las vías por donde percutir en las defensas rivales. Son los argumentos básicos sobre los que se sostiene la filosofía de juego del Real Zaragoza de Víctor Fernández. Y una de las obsesiones de los equipos rivales es la de frenar al conjunto aragonés en su zona de creación: la presión, la intensidad, la anticipación… y el recurso a las faltas.
Parar, torpedear el juego del Real Zaragoza es una alternativa para posicionar al equipo en una opción de contragolpe o en las acometidas de cara a puerta. Por eso, la creación y el desenlace son las fases del juego blanquillo que acumulan un mayor número de faltas por parte de los rivales.
Guti es el futbolista más castigado. Su labor constructiva ha sido frenada con sanción en 56 ocasiones, una sucesión de faltas que comparten también la línea medular James Igbekeme (42), Javi Ros (27), Kagawa (30 faltas recibidas) y Eguaras (27).
Ese desgaste rompe la progresión y el ritmo de juego que Víctor pide a sus jugadores. Y resulta un recurso de escuadras diseñadas para contener, para ceder la iniciativa del juego a la escuadra blanquilla.
Luis Suárez (53 faltas recibidas) es otro de los futbolistas que con mayor constancia sufre la contundencia de las defensas rivales. La cobertura recurre a la acción antirreglamentaria como último recurso para intervenir sobre la acción atacante. Son circunstancias muy parecidas a las que vive Puado o Soro, también en la veintena de acciones atacantes frenadas en falta.
Sortear las acometidas del rival o sacar partido al balón parado a través de la estrategia vuelven a ser argumentos fundamentales en el despliegue blanquillo para contrarrestar y sacar partido a las opciones que brindan las faltas.
