Este jueves ha fallecido de un infarto, a los 84 años de edad, el veterano periodista Salvador Asensio, mientras se dirigía a disfrutar de una de sus grandes pasiones: los toros. Pocos saben que Salvador llegó a ser novillero, para dar gusto a su padre, decano de la prensa taurina de Zaragoza. Toreó una única vez como novillero y lo dejó. Pero la afición le quedó. Durante muchos años retransmitió las corridas de toros desde la Plaza de La Misericordia.
Salvador Asensio tuvo una dilatada vida profesional siempre vinculada al mundo de la radio. Desde muy joven presentó programas como los 46 RJ que llevaron a la fama a grupos musicales de la época, como Los Pecos.
Salvador fue un todo terreno de la radio, el micrófono «le quería». Igual retransmitía una tertulia política que un magazine o un partido de Baloncesto. Pero su gran pasión, el Real Zaragoza, le hizo decantarse pronto por los programas deportivos. Trabajó en Radio Juventud, cadena SER y Radio Heraldo, de la que llegó a ser director. Los últimos 25 años dirigió Radio Ebro presentando programas míticos como Café con goles o Pisando Área junto a Valeriano Jarné. Donde se hizo famosa su frase «¡Pero que me estas contando Valeriano!». También era famosa su animadversión hacia «el colectivo arbitral» entre los que veía siempre una mano negra contra el equipo de sus amores, el Real Zaragoza. En Radio Ebro estuvo hasta su jubilación a los 80 años. Su voz era inconfundible para los oyentes durante la retransmisión de los partidos de futbol del Real Zaragoza, equipo al que acompañó por toda Europa para narrar sus triunfos. En los grandes campos como el Parque de los Príncipes de París para narrar la victoria en la Recopa, hasta los más olvidados como el Gloria Bistrita en Rumanía, donde le pusieron una mesa y dos sillas en la banda del campo, en el cesped, para radiar. Su pasión hacía que los oyentes vivieran los partidos de una manera muy especial.
Salvador vivió la evolución del medio radiofónico. Desde los discos de pizarra hasta la tecnología digital, sabiendo adaptarse y mantenerse siempre en primera línea. Salvador era de la «vieja escuela». Se caracterizó por decir las cosas como las pensaba, con honestidad y así lo transmitía a los oyentes. Descanse en paz.
