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El Gobierno de Aragón inicia el proceso para declarar Bien de Interés Cultural la arquitectura del frío

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La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón ha incoado la declaración de Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, para los neveros y pozos de hielo ubicados en distintas localidades de la Comunidad Autónoma.

Esta figura de protección incluye una serie de elementos inmuebles de la arquitectura del frío, dispersos geográficamente y diferentes entre sí, formando parte de un activo comercio y red de abastecimiento, que responden a la misma funcionalidad y tipología.

A partir de la publicación del inicio de este proceso en el Boletín Oficial de Aragón, se abre un periodo de exposición pública con el objeto de incorporar elementos que pudieran haber quedado fuera de esta lista y que cumplan los requisitos necesarios para formar parte del conjunto declarado BIC. La arquitectura del hielo, las neveras y pozos de hielo, son magníficos exponentes de un arquitectura tradicional o popular, que llegan a alcanzar una calidad y soluciones constructivas muy originales y artísticas; pero también son ejemplo de un modo de vida, en el que un producto como el hielo, era absolutamente necesario e implicaba por ello múltiples aspectos, hoy culturales y patrimoniales; antaño legislativos, económicos, sociales, médicos y gastronómicos. Las neveras, neveros, pozos de hielo, chelo o yelo, pocicos y neverías constituyen una tipología de arquitectura tradicional, en una fase preindustrial, vinculada a la categoría de arquitectura relacionada con el agua en estado de hielo, también denominada “arquitectura del frío”.

Aragón cuenta con alrededor de 300 elementos de este tipo distribuidos por toda su geografía. En la mayoría de los casos su origen se remonta al periodo comprendido entre los siglos XVI y XVIII, excepcionalmente en el siglo XIX, para iniciar su abandono a finales del siglo XIX, con la producción de hielo industrial. Durante el siglo XX comenzaron a restaurarse algunas de ellas y mostrarlas al público, de manera que actualmente muestran muy diferente estado de conservación.

 Las neveras están profundamente arraigadas en el paisaje que las generó, aprovecha los materiales existentes en su medio y se adaptan a las condiciones bioclimáticas en que se ubican. Los artífices de estas construcciones son la propia comunidad vecinal que las construyó y que las utilizó.

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