La Romareda vivió una tarde de emociones extremas en un partido que parecía perdido y terminó rescatado por un héroe inesperado. Gaëtan Poussin, el portero del Real Zaragoza, marcó de cabeza en el minuto 93 el gol del empate (2-2) frente a un SD Eibar que había encarrilado el partido en la primera parte con dos goles de Jon Bautista.
En un inicio igualado, el conjunto aragonés tuvo las primeras aproximaciones, pero el Eibar, letal en la definición, golpeó primero. En el minuto 30, Bautista cazó un balón suelto en el área y lo cruzó ante un Poussin vendido. Sin tiempo para la reacción, el delantero armero volvió a marcar tres minutos después, esta vez con un remate seco tras un centro preciso desde la izquierda. El 0-2 al descanso pesaba como una losa.
Fran Escribá movió ficha en el descanso con tres cambios ofensivos y el Zaragoza mejoró su versión. Kervin Arriaga se lesionó y fue sustituido por Toni Moya, pero quien tiró del carro fue Jair Amador. El central, que ya marcó en la victoria frente al Mirandés, repitió diana en el 72 con un remate al segundo palo tras un pase largo desde la banda de Francho.
Cuando parecía que el marcador no se movería más, llegó lo increíble. En el último córner del partido, Toni Moya puso un balón templado al área y allí apareció Poussin, que había subido en el todo o nada, para cabecear al fondo de la red y levantar a La Romareda.
El empate no evita que el Real Zaragoza siga en zona peligrosa, pero sí mantiene viva la llama del equipo, que no se rinde. “Esto va de creer hasta el final”, declaraba Jair al término del partido pasado. Y Poussin, con su histórico gol, lo simbolizó como nadie en este.
La Romareda estalló en júbilo. Porque a veces, un punto sabe a gloria. Porque a veces, los milagros se visten de portero.
