1 punto de 9 posibles. 0 goles a favor en 3 partidos. No ha habido peor arranque del club en Segunda División. El desmoralizante presente del Real Zaragoza da la razón a la ley de Murphy: por mala que sea, toda situación es susceptible de empeorar.
La realidad es la que es. Ya no es solo que uno de los clubes con más solera de España vaya camino del decimo año consecutivo en Segunda, sino que también está vinculando su nombre a dicha categoría sin que nos demos cuenta.
Ya no extraña ver al Real Zaragoza ceder puntos en La Romareda ante el equipo debutante de turno. Tampoco genera sobresalto en el público general verlo merodear por los puestos de descenso. Cuando acudimos al mercado en busca de refuerzos -mayoritariamente mediocres, dicho sea de paso- ya no somos una primera opción, sino más bien los encargados de recoger las migajas.
La aceptación de la realidad es el primer paso para hacer más llevadero el dolor que implica estar unido a esta entidad en los últimos años. Aunque claro, es difícil ser conformista y aplaudir en el fracaso cuando tiempo atrás tocaste el cielo con la bufanda atada al cuello. Una bufanda que ahora te ahoga, te frustra y hasta te deprime.
Qué sentirán nuestros mayores, espectadores en primera fila de un descarrilamiento sin precedentes. Qué se nos pasa por la cabeza a los jóvenes, huérfanos de alegrías y matriculados en decepciones constantes. Qué pensaría don Alfonso Solans si levantara la cabeza y viera lo que le están haciendo a su Real Zaragoza…
Y es que de aquellos barros, estos lodos. La etapa del innombrable nos empujó al borde del precipicio y la actual propiedad, de demostrada incompetencia para gestionar un club de fútbol, está cerca de darnos la puntilla. Egoísmo, nula autocritica, oscurantismo y maltrato sistemático al principal activo del club: su gente. Cómplices claros del hundimiento.
Cómo dueles, Zaragoza. Y aún con todo, 20.000 alistados para volver a alentar al león en esta puñetera categoría. Camino de la década, por cierto. El mérito es incalculable. Algunos te dejarán abandonado a tu suerte, pero nosotros no te dejaremos caer.