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José Antonio Cortés: «Creo que vamos a tardar mucho tiempo en volver a nuestra vida anterior a la crisis»

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En esta entrevista repasamos la trayectoria deportiva en el baloncesto de José Antonio Cortés y la situación actual de estado de alarma que estamos viviendo desde su punto de vista de médico.

Vamos a comenzar con lo que más nos gusta, el baloncesto. ¿Cuándo y cómo comenzó tu afición por el baloncesto?
Mi afición surge en el colegio Juan XXIII de Zaragoza. Allí solo había la opción de jugar al fútbol sala, y los que nos quedamos sin esa opción, nos iniciamos en el baloncesto. Esto fue ya un poquito tarde, empezamos a entrenar un día a la semana y a competir con los colegios cercanos con 13 años, solo 3-4 partidos al año. ¡Qué recuerdos!

Con 19 años comenzaste tu andadura como entrenador. ¿Cómo surgió tu afición por los banquillos?
Empecé por casualidad a entrenar en el colegio. Surgió la oportunidad de llevar a chicas de edad infantil, gracias al coordinador de baloncesto en ese momento, que se volcó en el colegio empezando con dos equipos y una escuela, Manolo Seguer, una gran persona y del que guardo un grato recuerdo.

Muy pronto, en la temporada 89/90 te incorporaste el CB Zaragoza, club que en aquellos años militaba en la ACB. ¿Qué recuerdos tienes de esa etapa?
Guardo unos recuerdos muy bonitos, una etapa donde conocí a mucha gente, donde tuve la oportunidad de aprender de entrenadores top en aquel momento y de entrenar a jugadores que llegaron después muy lejos profesionalmente, de viajar, de competir contra clubes de élite… Era un aprendizaje constante, tanto en lo referente al baloncesto, como en el plano personal.

También aprendí lo que significa el baloncesto de élite, el esfuerzo y sacrificio que hay que hacer si quieres llegar. Es un mundo tremendamente competitivo, hasta el punto de ser cruel y, a veces, injusto. Cuántos jugadores se quedan por el camino, cuántos jugadores con un físico privilegiado que no llegan y cuántos jugadores no tan privilegiados físicamente, que sufriendo llegan. Y no solo es llegar, luego hay que mantenerse en esa jungla, lo que no es nada fácil.

Tras cinco años en el CBZ y unos años de parón regresas a los banquillos de la mano de Corazonistas, dónde entrenaste durante ocho años. ¿Cómo fue la experiencia?
Sí, fueron muchos años de parón (14), centrándome en mi familia y en mi otra gran pasión, la medicina. Mi vuelta a los banquillos fue una mezcla de casualidad y de “obligación”, y la culpa fue de Maite, mi esposa y gran apoyo. Además, hice lo que siempre pensé que no quería hacer, entrenar a mis hijos (Marta y Pablo). Y se lo agradezco enormemente, porque me dio la oportunidad de involucrarme más en sus vidasy disfrutar con ellos.

Acabé llevando un equipo junto a Marta, y conseguimos disfrutar de una magnífica experiencia, quizás la mejor que he tenido como entrenador. ¡Qué años pasamos junto a esas chicas! Fue increíble… Pero todo acaba, y siempre nos quedará ese imborrable recuerdo.

Dejas la faceta de entrenador y pasas a ser el médico del Mann-Filter de la Liga Femenina en las tres últimas temporadas. ¿Por qué tomaste esa decisión?
Dejar de entrenar fue una elección acertada en ese momento, precipitada por las circunstancias vividas en el colegio. Había que tomar decisiones en función de las situaciones que se plantearon, y con las que no estaba de acuerdo, y lo mejor era dar un paso al lado.

Paralelamente, y debido a que el médico de toda la vida del Mann Filter Casablanca, Rafa Gascón, se jubilaba, me ofrecieron la oportunidad de sustituirle. La verdad es que no me lo pensé mucho. Combinar mis dos grandes pasiones, la medicina y el baloncesto, era lo máximo para mí.

Además, has sido médico de las selecciones aragonesas y de las selecciones españolas de categorías de formación con las que has tenido la oportunidad de estar en campeonatos internacionales. ¿Qué nos puedes contar de estas experiencias?
Realmente he sido seleccionador de la primera selección cadete femenina de Aragón, allá por el año 1995, y después he colaborado todo lo que he podido como médico con la Federación Aragonesa, cubriendo Campeonatos de España de diversas edades.

Gracias a la Federación Aragonesa, en el mundial U17 que se celebró en Zaragoza y Utebo en el año 2016, conocí a Pilar Doñoro, responsable médica de la FEB, y a partir de ese momento he colaborado como médico de las selecciones nacionales, desde la U13 hasta la U20, disfrutando de dos Campeonatos de Europa (U16 y U20 masculinos), donde he vivido unas experiencias increíbles, además de llevarnos dos medallas de plata.

Formar parte de una Selección Española es tremendo. Todos (técnicos y jugadores) aportando lo máximo, con la ilusión de preparar el Campeonato, y lo más importante, haciendo EQUIPO, conviviendo y creando una familia. Es la clave del éxito, no hay fórmulas mágicas: trabajo, unión y sacrificio por todos los demás.

¿Cuáles son tus mejores recuerdos en el baloncesto?
La verdad es que son muchos y muy buenos, no puedo quedarme solo con uno: los partidos ganados, incluso los perdidos, las medallas recogidas, los himnos en competiciones internacionales (un momento increíble), conocer a grandes personas y profesionales, mis amigos, mis hijos, mis jugadores y jugadoras… Hay tantos… No puedo elegir uno en concreto.

¿Qué es lo mejor que te ha dado el baloncesto?
La verdad es que me considero un privilegiado por todo lo que he podido vivir. Gracias al baloncesto he conocido a mis amigos, he tenido la oportunidad de viajar, de competir a alto nivel y enriquecerme de relaciones humanas que han merecido mucho la pena. Y ya no te quiero ni contar, compaginar baloncesto y medicina. Un sueño para mí.

He tenido la oportunidad de entrenar buenos equipos y grandes jugadores y jugadoras, pero el equipo que más me ha hecho disfrutar ha sido un grupo de niñas de colegio que aprendieron a ser un EQUIPO ya competir conmigo, y de qué manera… Llegamos a un punto de comunión entre padres, jugadoras y técnicos que es muy difícil de conseguir, y juntos lo hicimos. Lo disfruté como nadie y lo recuerdo con un gran cariño.

¿Qué personas te han ayudado o enseñado más en tu trayectoria como jugador yentrenador?
Mi época de jugador fue muy corta, y la verdad es que no le dediqué ni la seriedad ni el tiempo que requería. Jugaba con mis amigos y lo pasábamos bien, nada más.

Como entrenador, guardo especial recuerdo de los que me dieron esos empujones en mis inicios, desde Manolo Seguer en el colegio, a José Luis Oliete en el CBZ, a Pablo Muñío en Corazonistas y a todos los integrantes de la Federación Aragonesa. Ellos confiaron en mí, unos como entrenador, otros como médico y todos como persona, y esas cosas no se pueden ni se deben olvidar.

¿Echas de menos la faceta de entrenador?
La verdad es que sí. Cuando veo un entrenamiento de un equipo, sea el que sea, me quedo un rato mirando con envidia. Hay veces que le pediría a los entrenadores que me dejaran entrar. Pero “zapatero a tus zapatos”, cada uno tiene su responsabilidad.

También te digo que no echo de menos nada a determinada gente que le gusta lo que rodea al baloncesto y que no entienden lo que significa la palabra “equipo”. Son los que hacen más ruido y chirrían en este ambiente tan sano, que se enganchan al tirón porque sus niños hacen baloncesto o que priorizan ganar por encima de todo. Competir y querer ganar es bueno, pero no de cualquier manera. Por desgracia, hay que convivir con estas personas.

Vayamos a tu faceta de médico. ¿Cómo es tu día a día en esta crisis sanitaria?
Cuando no estoy de guardia, confinamiento, y así continuamente. Y cuando estoy en casa tengo la sensación de perder el tiempo, ¿qué hago aquí sin ayudar?

Son días estresantes, llenos de incertidumbre, tensión y preocupación. Y, por supuesto, tengo mucho respeto a la infección, no tanto por infectarme (que también), sino porque afecte a mi familia y a los más mayores (los más vulnerables).

¿Cómo lleva tu familia el estado de alarma?
Diría que mis hijos lo llevan mejor que nosotros. Ellos con sus cosas: estudio y clases online, redes sociales, series, juegos con sus amigos online… Y nosotros en vilo con toda la información que nos llega, intentando estar actualizado en todo momento y comentando lo que vemos en nuestros trabajos.

En fin, lo peor que también nos dedicamos a la repostería y a la cocina, y eso no es recomendable ni saludable. Hemos ganado unos cuantos kilos…

Tu pareja también es médica y tu hija está a punto de acabar enfermería, pero ya se va a incorporar al sistema para ayudar. ¿Supongo que es una preocupación debido a la mayor exposición al virus que tenéis todos los que trabajáis en el sistema sanitario?
Una preocupación importante. Maite es pediatra y trabaja en Atención Primaria. Cuando me cuenta todos los problemas que tienen con la falta de material y de equipos de protección me enoja tremendamente.

En mi puesto de trabajo no tenemos esos problemas, en la Asistencia Médica del Servicio de Bomberos de Zaragoza disponemos de material, EPIs adecuados, y me considero afortunado. Eso sí, tenemos los mismos problemas que los demás para que nos suministren repuestos y material nuevo, pero ha habido previsión y, desde luego, no nos podemos quejar. Que podría ser mejor, por supuesto, pero con la que está cayendo y lo que oyes a nivel nacional e internacional…

Y, para terminar, Marta empieza a trabajar en una residencia de ancianos infectados por el Covid-19. Su madre lo lleva peor, se preocupa enormemente por todos, y eso le hace sufrir más. Mi procesión va por dentro. Eso no nos quita que estamos muy orgullosos de ella, ya que voluntariamente se apuntó a trabajar y ayudar en estos momentos.

¿Qué significan para los sanitarios los aplausos diarios de la ciudadanía?
Es una inyección de ánimo y fuerza increíble; a mí me emocionan mucho. Pienso que este reconocimiento no es solo por lo que estamos viviendo hoy día, sino porque los sanitarios siempre estamos ahí y, a veces, se pierde la perspectiva con otras cosas más banales que nos descentran de lo realmente importante, y nos damos cuenta cuando se altera, y es la SALUD.

Quiero hacer extensible esos aplausos no solo para los que en estos tiempos están ahí dando la cara (cada día los reconocemos públicamente), haciendo que lo importante se mantenga en su sitio y que nuestro maltrecho estado de bienestar se mantenga lo más íntegro posible, sino para TODOS. Porque todos, con un granito de arena cada uno (como quedarnos en casa, lavarnos las manos…), hacemos que esto se supere y salgamos adelante lo más indemnes posible. ¡Gracias a todos!

¿Habéis vivido estos días situaciones muy complicadas?
Estupor al principio, cuando profesionalmente nos ha requerido un esfuerzo y un sacrificio (cambio de horarios y rutinas) en un momento en que no conocíamos tan bien a nuestro enemigo. Cuando lo hemos estudiado y sabíamos de lo que era capaz, ha venido el enfado porque no se tenían todas las armas para defendernos y atacarlo adecuadamente. Para culminar, la preocupación y miedo por los mayores, por la familia, por los hijos que empiezan a trabajar en esta jungla y por todos los que vemos que sufren, y son muchos créeme. Y, por si fuera poco, nos quedamos en casa sin poder buscar refugio en nuestros sitios de confort habituales. Está siendo duro para todos.

Hablemos de futuro, a ver si nos animas desde tu mayor conocimiento. ¿Cuándo crees que podremos volver a nuestra vida anterior a la crisis?
Me pones en un compromiso, pero te voy a contestar. Creo que vamos a tardar mucho tiempo en volver a nuestra vida anterior a la crisis o, por lo menos, tal como la recordamos, aunque no será lo mismo.

Me explico, el confinamiento fue abrupto, pero la vuelta a la normalidad va a ser más secuencial (hablo de meses…). Esto ha afectado a todos los niveles, sanitario, social, laboral, económico, cultural, político… Todos conocemos a alguien que ha fallecido, sabemos de duelos atípicos por las personas fallecidas, personas infectadas y aisladas (en hospitales, UCIs, residencias, domicilios…), pérdidas de trabajo, empresas y autónomos que no pueden aguantar esta presión, el estrés que sufren esas personas que están en primera línea, y tantas situaciones infrecuentes,que van a dejar una cicatriz con la que tendremos que acostumbrarnos a vivir.

Costará, sufriremos, pero saldremos adelante, tenemos que armarnos de paciencia.

¿Crees que después de esta situación habrá que seguir tomando medidas de protección qué signifiquen un cambio en nuestros hábitos?
Nuestros hábitos se verán obligados a cambiar. Nos tendremos que acostumbrar a ver a gente con mascarilla por la calle, a mantener las distancias de seguridad, los besos, abrazos y saludos efusivos tardaremos y nos costará recuperarlos. Y sobre todo espero que aprendamos a disfrutar más de esas pequeñas cosas que ahora tanto valoramos y que teníamos olvidadas.

Si se consigue frenar totalmente el virus en las próximas semanas. ¿Existen posibilidades de que vuelva a ver rebrotes en los próximos meses?
Se conseguirá, estoy convencido. Sanitariamente pienso que la enfermedad Covid-19 se convertirá en estacional (como la gripe), de la que nos vacunaremos anualmente y dejaremos de oírla en los medios de comunicación y en las redes sociales, pero seguirá matando (fundamentalmente a los ancianos), sin llegar a colapsar la red sanitaria mundial (insisto, como la gripe). Espero que aprendamos de todo esto…

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